“Volcó el bondi que nos llevaba al bardo, tuvo que frenar en la 
tarde lluviosa del delta entrerriano y no le dio, se fue a la 
banquina, y todos los pasajeros y el Flecha Bus quedamos 
enterrados en el barro. Yo conversaba con Manguzza mientras él 
convidaba cafés a las madres que lloraban con sus hijos en los 
regazos. Conversábamos sobre Conlon Nancarrov, sobre Saer, 
sobre lo repetitivo y mediocre que es Robert Fripp. Porque 
hacía diez horas que estábamos parados, el asado lo pagó la 
empresa en un parador del paranacito, entonces tomamos vino 
y comimos chorizo y nos pusimos contentos y de pronto vi a la 
Angélica destellar atrás de unas gordas que comían junto a las 
bolsas que llevaban con regalos y bártulos comprados en el 
Once. Me le acerqué sin disimulo y me senté en un murito, y la 
Angélica reía, de nerviosa, me dijo meses más tarde; le chamuyé 
morondangas, Manguzza discurría con una rubia letrada, le 
robó un número telefónico que nunca lo llevó a nada, yo fui 
remando dormido en las aguas estancadas del cerebro de la 
Angélica con mi remo mocho, de madera podrida.”
                                    
                                
                             
                            
                                
                                    
                                        
                                        
                                        
                                        - Editorial: MANSALVA
- Paginas:
                                            112
- Edición:
                                            2015
- Idioma:
                                            Castellano
- Peso:
                                            162
                                        
- Encuadernación:
                                            Tapa blanda
                                        
- ISBN
                                            9789873728174